14 de diciembre de 2012

A carbonazos con el Olentzero.

La Navidad acecha y yo tiemblo: comprar regalos, dinero, sonrisas falsas y sobre todo, Nochevieja. Esa noche en la que todos nos vemos obligados a salir, intentando divertirnos sin manchar nuestros trajes. Y sin un puto taxi disponible en toda la ciudad, claro. Quiero volver a los 5 años, que me regalen un Playmovil y tener entretenimiento hasta la vuelta al cole. Eso era Navidad. Ahora nada. Estoy planteándome muy en serio apagar el móvil y quedarme con mis abuelos. Ellos me hacen feliz. Odio estas fechas, soy el Grinch.


1 de diciembre de 2012

Poleo.

Para ser una persona a la que le encanta mirar por la ventana es irónico que mi habitación dé al patio interior. Tampoco hay mucho que ver ahí fuera. Anoche hacía mucho-mucho frío en Siberia-Gasteiz, y hoy duermo entre Kleenex. Me extrañó y mucho no encontrarme ningún pingüino. Llegué a la conclusión de que los sándwiches de las máquinas expendedoras de las estaciones de buses no son para personas. Aquel sería el último sándwich que me comprara, y el último euro con ochenta que me robaran.