Hoy, estoy tumbado en el suelo de mi habitación. Con este calor, tengo la suerte de tener el suelo embaldosado. Tengo la ventana abierta y los rayos del sol permiten ver las motas de polvo flotando por el aire. Muchas finalizan su trayecto invadiendo los cristales limpios de mis gafas. Oigo a los pájaros cantar, creando así, una insólita melodía fusionada con el ruido causado por los coches de la autopista. En mi boca un chicle sabor a mora, un sabor desgastado por cada mordisco de mis no tan afilados dientes.
Todo tiene su final, y el mio ha sido una nube que me ha tapado la luz del sol.
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