17 de abril de 2012

Utopía

Me parece que no me precipito al decir que he encontrado mi lugar en este mundo. He pasado la mejor semana de toda mi vida y me llena decirlo una y otra vez. Apenas he dormido, el hostal no era muy limpio y tengo moratones hasta en lugares en los que desconocía que pudiese tener moratones. Amsterdam es el culpable de mis ojeras, de mi cerdito roto y de la sonrisa tonta que tengo dibujada en la cara. 

Tampoco ha pasado gran cosa durante mi ausencia: el rey se va a cazar Dumbos, su nieto se dispara a un pie con una escopeta (no le daba para unas Geox, al parecer), mi hermano se la hostia en moto y tenemos cafetera nueva, ¿De las que anuncia George Clooney? Pero en falso. ¿El sabor? Verdadero, verdaderamente delicioso.

Volviendo a mi viaje a Amsterdam tengo tanto que contar que prefiero no contar nada. Que así queda todo mucho más enigmático. 
























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