3 de noviembre de 2012

Mis pies.

La inspiración de escribir la perdí anoche junto a mi dignidad. Como siempre. Pero todo me es indiferente una vez llego a mi cama. Amanezco. Bajo todas las persianas de casa. Me tomo un café y vuelvo a la cama. Todo es mucho más bonito desde mi cama. Agua, agua, agua...¿tengo que levantarme? Sí. No. Ya estoy levantado. Mierda. Mis pies nunca han conocido unas zapatillas de casa. Qué bonito es andar descalzo. Después catarro. Después me quejo. Y después Frenadol. Qué caro es ponerse enfermo.

Nota importante de supervivencia: a mí no se me habla por las mañanas. Muerdo, rujo y, en ocasiones, mato. Eso es así.

1 comentario:

  1. Lo de las zapatillas lo entiendo, pero hay unos calcetines super esponjosos y gorditos que mantienen los pies calientes aunque andes descalzo... ¡son amor! Te lo digo yo, que tengo unos.
    (Yo también rujo por las mañanas. Y lo agradezco, se me aclara la voz para el resto del día).
    Besicos ^^


    M.

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